Este texto se extrajo de las visitas del Santo Padre a América latina en sus diferentes viajes. Dentro de este documento el papa Juan Pablo II habla de diferentes temas que aquejan nuestra sociedad.
Cada vez que se acerca la hora de elegir nuestras autoridades, el tema de la pobreza se vuelve muy común, pasado este periodo, el tema de la pobreza pasa a un segundo plano, pero nuestros pobres siguen hay, esperando, que alguien cumpla lo prometido. Nosotros queridos hermanos somos los que estamos llamados a cumplir lo que se promete, a nosotros nuestro señor Jesucristo, consuelo del que sufre, nos ha encomendado la difícil, pero hermosa misión de ayudar al necesitado“la defensa y promoción de la dignidad humana nos han sido confiadas por el creador", debemos ser discípulos de Cristo. En este texto el papa nos da las claves para lograr ser “luz del mundo”.
El Santo Padre recalca la importancia de la dignidad de la persona humana es por esto que debemos hacernos parte del esfuerzo de la Iglesia por respetar y defender la dignidad de los hombres, específicamente de los pobres de América latina, especialmente de nuestro país, tomando este como el primer paso para una mejor sociedad, mejores trabajos, sueldos dignos y justos, somos hijos todos de un mismo Padre, por eso debemos tratarnos como hermanos, somos creados todos por Dios y salvados por Cristo, si tuviésemos esto claro, les aseguro mis queridos hermanos, que no habrían pobreza.
Otro tema citado por su santidad es uno de los más complejos la explotación de los trabajadores, dice lo siguiente, “el mundo deprimido del campo, el trabajador que con su sudor riega también su desconsuelo, no puede esperar que se reconozca plena y eficazmente su dignidad no inferior a la de cualquier otro sector social. Tiene derecho a que se le respete, que no se le niegue con maniobras que a veces equivalen a verdaderos despojos, de lo poco que tienen; a que se les quite la barrera de la explotación, tienen derecho a la ayuda eficaz, que no es limosna ni migajas de justicia, para que tengan acceso al desarrollo que su dignidad de hombre e hijo de Dios merece” “Para ello hay que actuar pronto y en profundidad hay que poner en practica transformaciones audaces, profundamente innovadoras, hay que emprender sin esperar más, reformas urgentes"
Es nuestro deber como hijos de Dios velar por los derechos de nuestros hermanos, por esto pidamos a nuestra santísima madre, que nos ayude a romper la barrera del miedo y la ignorancia y así poder devolver la dignidad a nuestros hermanos, pidamos además que nos acompañe en el camino hacia una sociedad justa, tal y como su querido hijo nos enseño.
Populorum progresiso