jueves, 14 de agosto de 2008

Juan Pablo II a los pobres de Latino América


Este texto se extrajo de las visitas del Santo Padre a América latina en sus diferentes viajes. Dentro de este documento el papa Juan Pablo II habla de diferentes temas que aquejan nuestra sociedad.

Cada vez que se acerca la hora de elegir nuestras autoridades, el tema de la pobreza se vuelve muy común, pasado este periodo, el tema de la pobreza pasa a un segundo plano, pero nuestros pobres siguen hay, esperando, que alguien cumpla lo prometido. Nosotros queridos hermanos somos los que estamos llamados a cumplir lo que se promete, a nosotros nuestro señor Jesucristo, consuelo del que sufre, nos ha encomendado la difícil, pero hermosa misión de ayudar al necesitado“la defensa y promoción de la dignidad humana nos han sido confiadas por el creador", debemos ser discípulos de Cristo. En este texto el papa nos da las claves para lograr ser “luz del mundo”.

El Santo Padre recalca la importancia de la dignidad de la persona humana es por esto que debemos hacernos parte del esfuerzo de la Iglesia por respetar y defender la dignidad de los hombres, específicamente de los pobres de América latina, especialmente de nuestro país, tomando este como el primer paso para una mejor sociedad, mejores trabajos, sueldos dignos y justos, somos hijos todos de un mismo Padre, por eso debemos tratarnos como hermanos, somos creados todos por Dios y salvados por Cristo, si tuviésemos esto claro, les aseguro mis queridos hermanos, que no habrían pobreza.

Otro tema citado por su santidad es uno de los más complejos la explotación de los trabajadores, dice lo siguiente, “el mundo deprimido del campo, el trabajador que con su sudor riega también su desconsuelo, no puede esperar que se reconozca plena y eficazmente su dignidad no inferior a la de cualquier otro sector social. Tiene derecho a que se le respete, que no se le niegue con maniobras que a veces equivalen a verdaderos despojos, de lo poco que tienen; a que se les quite la barrera de la explotación, tienen derecho a la ayuda eficaz, que no es limosna ni migajas de justicia, para que tengan acceso al desarrollo que su dignidad de hombre e hijo de Dios merece” “Para ello hay que actuar pronto y en profundidad hay que poner en practica transformaciones audaces, profundamente innovadoras, hay que emprender sin esperar más, reformas urgentes"

Es nuestro deber como hijos de Dios velar por los derechos de nuestros hermanos, por esto pidamos a nuestra santísima madre, que nos ayude a romper la barrera del miedo y la ignorancia y así poder devolver la dignidad a nuestros hermanos, pidamos además que nos acompañe en el camino hacia una sociedad justa, tal y como su querido hijo nos enseño.

Solicitudo rei sociales, Juan pablo II, 1987

Populorum progresiso

jueves, 26 de junio de 2008

De las cosas nuevas de León XIII

Rerum Novarum.

Esta es la Encíclica social más importante de la Iglesia, de la que se han desprendido una serie de escritos sobre el tema social. Es muy importante observar que a pesar de cumplir este año 117 años, su vigencia es la misma que el año de su publicación. Veamos ahora parte de su contenido:

Motivos para tratar la cuestión obrera

Los aumentos recientes de la industria y por los nuevos caminos que va la técnica, el cambio en la relación patrón obrero, el haberse acumulado la riqueza en algunos y empobrecido la multitud, pues, destruidos en los pasados siglos los antiguos gremios de obreros, poco a poco se han quedado solos he indefensos.

Remedios proclamados por el socialismo

Para remedio de este mal, los socialistas, después de excitar a los pobres al odio a los ricos, pretenden que es preciso acabar con la propiedad privada y sustituirla por la colectiva. Con este pasar de los bienes privados a manos de la comunidad, y repartir luego esos mismos bienes y sus utilidades con igualdad perfecta entre los ciudadanos, creen que podrán curar la enfermedad presente.

Es un remedio perjudicial para el obrero

Esta “Solución” proclamada por el socialismo, antes de ayudar a los obreros, los perjudica aún mas; y es, además, grandemente injusta. Porque si el obrero presta a otros sus fuerzas y su industria, lo presta con el fin de alcanzar lo necesario para vivir y sustentarse, y por esto, con el trabajo de su parte pone, adquiere un derecho verdadero y perfecto, no solo para exigir su salario, sino para hacer de este el uso que quisiere. Luego, si gastando poco de este salario, ahorra algo y lo emplea en la compra de una finca, esta debe ser tan suya como el salario que recibió por su trabajo.
Como podemos ver en la presente encíclica, la solución planteada por el socialismo favorece la injusticia y fomenta el odio entre el obrero y el jefe, lo que, por el contrario de ayudar al obrero lo deja en un estado de vulnerabilidad.

Soluciones propuestas por la Iglesia

Es verdad que cuestión tan grave demanda la cooperación y esfuerzos de otros; a saber: de los gobernantes, de los patrones, de los ricos y hasta de los obreros, de cuya suerte se trata; pero afirmamos que serian vanos cuantos esfuerzos realicen los hombres, si desatienden a la Iglesia. Por que la Iglesia saca del Evangelio doctrinas tales, que bastan, o a dirimir completamente esta contienda, o por lo menos a hacerla más suave, trabaja no solo para lograr el entendimiento, sino para regir con sus preceptos, la vida y las costumbres de todos y cada uno de los hombres. lo que ella pide los se unan los pensamientos y fuerzas de todas las clases sociales, para poner remedio, lo mejor que sea posible a los problemas de los obreros, y para conseguirlo cree que se debe emplear, aunque con la debida ponderación, las leyes mismas y autoridad del estado.
La Iglesia opta por la unión, concordia entre las clases para encontrar una solución a este terrible flagelo de la sociedad, una mejor relación entre capital y trabajo, que se ponga la dignidad del hombre por encima de la producción de bienes, y que al igual que sus derechos, tanto obreros como ricos, promuevan sus deberes. Estas solo son algunas de las medidas que nombra la Iglesia para la solución de el problema social. Es el hombre contra la arrogancia del siglo, y el desmedido amor de sí.

Las causas de que esta encíclica siga tan presente, es la falta de Dios en medio de la sociedad, lo que conlleva a la falta de caridad, de interés por el hermano, por su dignidad, hoy las obras se hacen por solidaridad y no por caridad. Mientras estas concepciones erróneas de sociedad sigan en medio nuestro, mientras Dios sea alejado de nosotros, mientras el odio este presente en nosotros, mientras la Iglesia se mire como el opresor y se siga atacando, esta encíclica seguirá vigente.
Invito a todos los hermanos a leer esta gran encíclica, este llamado de la Iglesia a preocuparse por la cuestión social.
Francisco Aravena R.
Seminaristas Mayor